10 falsos mitos de jardinería y horticultura

10 falsos mitos de jardinería y horticultura

Hay un montón de consejos sobre cómo cuidar o mejorar nuestros cultivos circulando por la red pero es interesante observar que muchas veces se trata de falsos mitos que poco tienen que ver con la realidad. Tampoco es para ponerse extremista, cualquiera, incluso nosotros mismos hemos pecado al respecto alguna vez. Vamos a revisar 10 falsos mitos de jardinería y horticultura a continuación. La mejor arma para enfrentarnos ante la mayoría de los malos consejos suele ser el uso del sentido común.

Durante un tiempo se aconsejaba sellar los cortes de la poda con alquitrán u otros preparados similares. La idea era prevenir infecciones pero actualmente las más recientes investigaciones apoyan la idea contraria pues declaran que pintar los cortes puede ser perjudicial. Las plantas son seres vivos y precisan cicatrizar sus heridas como cualquier otro. Ello no quita que en ciertos cultivos y situaciones es conveniente pintar los cortes de la poda como ocurre en el cerezo, el ciruelo o el roble para prevenir algunas enfermedades fúngicas en lugares lluviosos.

Tendemos a pensar que todos los pesticidas orgánicos son inocuos. Hay que tener en cuenta que algunas plantas segregan los venenos más potentes del planeta. La rotenona que se extrae de las raíces de una leguminosa es seis veces más tóxica que un pesticida químico de acción similar. La nicotina tiene una alta toxicidad para los mamíferos. En conclusión hay que ser cuidadoso en la elección del pesticida orgánico que vamos a usar y sobre todo usarlo con las mismas precauciones que uno químico.

 

Corregir los suelos arcillosos con arema es una práctica recomendada habitualmente en ciertos ámbitos. No es en absoluto aconsejable pues nunca conseguiremos que ambos materiales se mezclen, la arena se inflitra entre las grietas del suelo arcilloso y al mojarse forman juntos una especie de mortero. La única forma de corregir un suelo arcilloso es añadiendo estiércol o tierra vegetal.

Regar a mediodía ha sido considerado como una práctica errónea pero en realidad no es tan dañina como se pretende. Lo que sí es cierto es que cuando el sol está en lo alto no hay que mojar las hojas de las plantas y sobre todo es una práctica poco eficiente pues el agua se evapora con mayor rapidez.

Plantar los árboles en hoyos profundos para que tengan más estabilidad. Pues bien no se trata de que el hoyo sea más hondo sino más ancho lo que le confiere mayor estabilidad al árbol. El diámetro del hoyo donde vamos a plantar un árbol debe ser el doble, como mínimo, del diámetro de las raices 

Rellenar el hoyo donde plantamos el árbol con estiércol o compost. La idea viene del afán del horticultor de proveer de alimento a sus árboles pero el momento de la plantación no es el más adecuado para ello. Además estamos evitando que las raíces se agarren bien a la tierra y en el caso de usar estiércol o compost no curados correctamente podemos quemar las raíces.

Pensar que en el follaje  ya no es preciso regar el jardín es otra idea errónea. Obviamente van a necesitar mucha menos pues usaremos plantas que necesitan menor riego. Pero hay que tener en cuenta que sobre todo durante el primer año deberemos ser cuidadosos con el riego de la lavanda, la milenrama, la salvia y la mayoría de plantas que se usan en este estilo paisajístico. Incluso las suculentas y los cáctus necesitan algún riego para sobrevivir.

Plantar dos árboles frutales del mismo tipo no es necesario en una gran mayoría de especies. Algunos árboles frutales necesitan la polinización cruzada pero una gran mayoría se autopolinizan. Sólo hay que informarse al respecto antes de incurrir en el gasto de comprar dos ejemplares de cada variedad.

Pensar que con los fertilizantes podemos revivir cualquier planta es otro pensamiento muy extendido. Las plantas tienen un ciclo vital que hay que respetar y que no se puede revertir. Hay que averiguar el motivo del declive de la planta antes de acudir al fertilizante, puede que se encuentre bajo el efecto de una plaga o de alguna enfermedad. El exceso de fertilización puede ser contraproducente al provocar estrés en la planta.

Añadir azúcar o bicarbonato sódico para conseguir tomates más dulces no es una práctica científica. La variedad de tomate y la exposición solar sí que parecen tener que ver con su dulzura. No parece que el pH del suelo tenga mucho que decir al respecto. Los tomates prefieren un suelo ligeramente ácido con un pH de 6 a 6,8 por lo cual no es aconsejable añadir bicarbonato sódico a menos que tengamos un suelo realmente ácido.

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